Salió del ayuntamiento y se sentó en un banco que estaba
cerca. Apenas caminó unos minutos y ya se pudo quitar su pesada mochila. Cogió
la guía y empezó a buscar en ella el nombre. Pasó unas páginas mientras pensaba en lo
sucedido. Estaba claro que Arantxa, la chica del ayuntamiento, tenía miedo de
Angelina o de lo que había echo. No sabía nada de ella excepto que era su
seguro de vida, su única forma de comprender, de complacer a sus padres. Así
que no iba poner nada por delante de la búsqueda de la mujer. Ningún temor,
ningún rumor.
No encontraba nada, miró por la A, y por la M. No había
nada. Cerró la guía, la puso a su lado en el banco y cerró los ojos. Y a su
mente vino el nombre otra vez. Cerró los ojos más fuerte, apretándolos, tanto
que casi le dolía. Apretó los puños, haciendo que sus nudillos se volvieran
blancos y entonces, los abrió. Después de unos segundos en los que todo seguía
oscuro recobró la vista y se giró lentamente. Tenía un presentimiento. Miró la
guía y estaba abierta de nuevo. Por una página que no había visto aún. Sólo
había una Angelina en toda la página: Angelina I. Matterson. Pensó en qué
significaba esa I. Siguió la línea con el dedo y encontró un número de teléfono
y una dirección. Guardó en número en su
agenda de contactos y escribió en una nota la dirección. Dejó la guía
abandonada en el banco y se colocó de nuevo la mochila. Ya sabía qué hacer.
Mientras caminaba en busca de un taxi, pensaba en lo
ocurrido. No había echo nada especial, sólo seguir lo que su cuerpo le pedía.
Era cómo un grito en el interior que le pedía que cerrara los ojos y se
concentrara en un punto, en un nombre. Y sin provocarlo sucedió. El libro se
abrió por dónde ella quería. Últimamente era todo raro así que no le dio más
importancia. Una ráfaga de viento seguramente.
-Taxi!- gritó Ariel. Y un coche amarillo con un cartel luminoso
en el que se podía leer la palabra Taxi, se paró.
- ¿Está usted sola señorita?- preguntó el hombre. Tenía el
pelo negro muy corto. Los ojos eran de un azul cielo que le dejaba sin
respiración. Parecían blancos.
-Sí. -afirmó.
-Suba.- le dijo mientras le hacía un gesto con la mano
invitándola a entrar.
Ariel subió a la parte trasera del coche y indicó al taxista
la dirección. Estaba a bastante distancia de dónde se encontraban y suponía que
el taxímetro marcaría una cantidad muy grande al final de trayecto. Pero daría todo lo que tenía si era necesario.
El hombre arrancó el coche y circuló durante unos minutos en silencio.
-Lo siento.- musitó.
-¿Qué?, ¿Por qué?- preguntó ella intrigada. Y de pronto los
seguros de las puerta se cerraron.
-No es que me intereses a mí especialmente. Pero si no lo
hago mataran a mi familia. Tengo una hermana y una hija ¿sabes?. No puedo
permitir que les hagan daño, no puedo permitirlo. Lo siento, lo siento....- y
su voz se apagó con un ruido en su garganta.
-¿Qué hace? ¡Déjeme salir! - gritó mientras golpeaba la
puerta e intentaba abrirla desesperadamente.
-Hace 12 años que intentó encontrarte. No he visto a mi
familia des de entonces. Debía dinero a unos hombres, pensaba que se les
olvidaría. Pero no fue así, ¡que ingenuo!. Me dieron avisos, amenazas, pero no
les hacia caso. Hasta que un día, uno de ellos se presentó en mi casa cuando estaba
trabajando y se las llevó. Mi mujer murió en el parto, y mi deber era proteger
a mi hija. Joder, ¡debía protegerla!- empezó a llora pero no se paró. Nadie le
había preguntado pero sentía la necesidad de explicar el porqué de sus actos.-
Me iban enviando vídeos de ellas, estaban fatal, más delgadas, tristes y
llorosas. No he visto a mi hija crecer, posiblemente ni me reconozca cuando me
vea. Sólo pienso en su sonrisa la última vez que la vi. No puedo soportar la
idea de que le hayan echo algo malo. Se me remueve todo. Llevo 12 años
concentrado en ti, en tu familia. No duermo por las noches pensando en qué puedo
hacer para recuperarlas. No grites, no sé qué quieren de ti, pero entiéndelo,
me da igual.
Siguió conduciendo y Ariel no dijo nada. Estaba intentando
ordenar su mente, entender cómo había pasado todo esto. Y sobre todo idear un
plan de huida. No le importaba lo que le hubiera pasado a la familia de ese
hombre. No sabía porqué se lo había contado pero le daba igual. No iba a sentir
pena, sus padres acababan de ser asesinados brutalmente mientras ella escuchaba
música, nadie había sufrido más que ella y no iba tirar por la borda la única oportunidad de
saber el porqué de la muerte de sus padres. Quería una explicación y haría todo
lo que hiciera falta.
Esos recuerdos le hicieron florecer en lo más profundo de su
interior una gran rabia. Un odio que no sabía hacía quién iba dirigido. Y
entonces se abalanzó desesperadamente hacia el conductor quitándole el volante
de las manos y dando un giro. El coche salió de la carretera brutalmente y dio
dos vueltas de campana. Por su mente pasaron todo tipo de escenas, de su
pasado, de su presente y escenas que ella querría vivir algún día, pero que no
podría en el caso de que en ese momento exhalara su último aliento. Deseó que
no fuera así.
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