lunes, 28 de abril de 2014

3. En el taxi


Salió del ayuntamiento y se sentó en un banco que estaba cerca. Apenas caminó unos minutos y ya se pudo quitar su pesada mochila. Cogió la guía y empezó a buscar en ella el nombre.  Pasó unas páginas mientras pensaba en lo sucedido. Estaba claro que Arantxa, la chica del ayuntamiento, tenía miedo de Angelina o de lo que había echo. No sabía nada de ella excepto que era su seguro de vida, su única forma de comprender, de complacer a sus padres. Así que no iba poner nada por delante de la búsqueda de la mujer. Ningún temor, ningún rumor.

No encontraba nada, miró por la A, y por la M. No había nada. Cerró la guía, la puso a su lado en el banco y cerró los ojos. Y a su mente vino el nombre otra vez. Cerró los ojos más fuerte, apretándolos, tanto que casi le dolía. Apretó los puños, haciendo que sus nudillos se volvieran blancos y entonces, los abrió. Después de unos segundos en los que todo seguía oscuro recobró la vista y se giró lentamente. Tenía un presentimiento. Miró la guía y estaba abierta de nuevo. Por una página que no había visto aún. Sólo había una Angelina en toda la página: Angelina I. Matterson. Pensó en qué significaba esa I. Siguió la línea con el dedo y encontró un número de teléfono y una dirección.  Guardó en número en su agenda de contactos y escribió en una nota la dirección. Dejó la guía abandonada en el banco y se colocó de nuevo la mochila. Ya sabía qué hacer.

Mientras caminaba en busca de un taxi, pensaba en lo ocurrido. No había echo nada especial, sólo seguir lo que su cuerpo le pedía. Era cómo un grito en el interior que le pedía que cerrara los ojos y se concentrara en un punto, en un nombre. Y sin provocarlo sucedió. El libro se abrió por dónde ella quería. Últimamente era todo raro así que no le dio más importancia. Una ráfaga de viento seguramente.

-Taxi!- gritó Ariel. Y un coche amarillo con un cartel luminoso en el que se podía leer la palabra Taxi, se paró.

- ¿Está usted sola señorita?- preguntó el hombre. Tenía el pelo negro muy corto. Los ojos eran de un azul cielo que le dejaba sin respiración. Parecían blancos.

-Sí. -afirmó.

-Suba.- le dijo mientras le hacía un gesto con la mano invitándola a entrar.

Ariel subió a la parte trasera del coche y indicó al taxista la dirección. Estaba a bastante distancia de dónde se encontraban y suponía que el taxímetro marcaría una cantidad muy grande al final de trayecto.  Pero daría todo lo que tenía si era necesario. El hombre arrancó el coche y circuló durante unos minutos en silencio.

-Lo siento.- musitó.

-¿Qué?, ¿Por qué?- preguntó ella intrigada. Y de pronto los seguros de las puerta se cerraron.

-No es que me intereses a mí especialmente. Pero si no lo hago mataran a mi familia. Tengo una hermana y una hija ¿sabes?. No puedo permitir que les hagan daño, no puedo permitirlo. Lo siento, lo siento....- y su voz se apagó con un ruido en su garganta.

-¿Qué hace? ¡Déjeme salir! - gritó mientras golpeaba la puerta e intentaba abrirla desesperadamente.  

-Hace 12 años que intentó encontrarte. No he visto a mi familia des de entonces. Debía dinero a unos hombres, pensaba que se les olvidaría. Pero no fue así, ¡que ingenuo!. Me dieron avisos, amenazas, pero no les hacia caso. Hasta que un día, uno de ellos se presentó en mi casa cuando estaba trabajando y se las llevó. Mi mujer murió en el parto, y mi deber era proteger a mi hija. Joder, ¡debía protegerla!- empezó a llora pero no se paró. Nadie le había preguntado pero sentía la necesidad de explicar el porqué de sus actos.- Me iban enviando vídeos de ellas, estaban fatal, más delgadas, tristes y llorosas. No he visto a mi hija crecer, posiblemente ni me reconozca cuando me vea. Sólo pienso en su sonrisa la última vez que la vi. No puedo soportar la idea de que le hayan echo algo malo. Se me remueve todo. Llevo 12 años concentrado en ti, en tu familia. No duermo por las noches pensando en qué puedo hacer para recuperarlas. No grites, no sé qué quieren de ti, pero entiéndelo, me da igual.

Siguió conduciendo y Ariel no dijo nada. Estaba intentando ordenar su mente, entender cómo había pasado todo esto. Y sobre todo idear un plan de huida. No le importaba lo que le hubiera pasado a la familia de ese hombre. No sabía porqué se lo había contado pero le daba igual. No iba a sentir pena, sus padres acababan de ser asesinados brutalmente mientras ella escuchaba música, nadie había sufrido más que ella y no iba  tirar por la borda la única oportunidad de saber el porqué de la muerte de sus padres. Quería una explicación y haría todo lo que hiciera falta.

Esos recuerdos le hicieron florecer en lo más profundo de su interior una gran rabia. Un odio que no sabía hacía quién iba dirigido. Y entonces se abalanzó desesperadamente hacia el conductor quitándole el volante de las manos y dando un giro. El coche salió de la carretera brutalmente y dio dos vueltas de campana. Por su mente pasaron todo tipo de escenas, de su pasado, de su presente y escenas que ella querría vivir algún día, pero que no podría en el caso de que en ese momento exhalara su último aliento. Deseó que no fuera así.

domingo, 27 de abril de 2014

2. Primer paso


Acabó de leer la carta y se secó una lágrima de la mejilla. Se la guardó en el bolsillo trasero de los pantalones y subió corriendo a su habitación sin entender nada de lo que acababa de suceder. Sabía que debía hacer exactamente lo que la carta decía, lo que sus padres decían. Abrió el segundo cajón de la estantería. Cogió una mochila, esas que se llevan cuando vas de acampada.  Era negra y verde, se acordaba perfectamente del día en que la compraron.  Su madre y ella estaban en unos grandes almacenes. Llevaban horas dando vueltas y apenas habían cogido un par de prendas. Estaba ya cansada de estar ahí, y discutió con su madre. Necesitaba una mochila de esas para las excursiones del colegio y su madre la metió en el carrito sin apenas preguntar si le iba bien.  Nunca le había gustado esa mochila, pero ahora le recordaba a su madre. A los buenos momentos que habían pasado y a los malos. Volvió a ponerse a llorar.

La colocó encima de la cama y la abrió. Se dirigió al armario y buscó entre el desorden que lo caracterizaba unos cuantos conjuntos. No le gustaba mucho combinar pero intentó hacerlo lo mejor posible. Unos par de vaqueros desgastados, unas camisetas sin estampado, una falda corta y una camisa recién planchada. Lo dobló todo apresuradamente y lo metió en el fondo de la mochila. Cogió un pijama y bastante ropa interior. También añadió a su equipaje el cepillo de dientes, el peine, dinero, el portátil y unas cuantas fotos familiares. Se acercó a la puerta y echó una última mirada melancólica a su habitación. Había pasado en ella 17 años y había muchos momentos encerrados en ella. En cada esquina, en cada pared. Todo le recordaba a algo y ahora era la última vez que pisaba su frío suelo.  Cerró los ojos, respiró hondó y contuvo las lágrimas. Dio un paso y cerró la puerta tras de sí. Recorrió el pasillo pasando su mano por las paredes. Se paró en el baño. Encendió la luz, se miró al espejo y con un movimiento hábil se recogió el pelo en una coleta alta y perfecta. Después tocó dulcemente la frente de sus padres y se fue de casa.

Aún no sabía dónde iba a ir. Sólo tenía una cosa en su mente. Dos palabras revoloteaban en su mente, eliminando la posibilidad de pensar en otra cosa: Angelina Matterson.

Empezó a caminar por las calles, mirando a lado y lado. Tenía miedo de que los asesinos de sus padres aún no se hubieran ido. Dejar su casa significaba dejar el asesinato sin investigación, sin culpable. Huir, dejando los cuerpos ahí, sin posibilidad de ser enterrados, de poder descansar en paz. Tenía que sufrir su dolor en silencio y en soledad. No tenía a nadie. No podía confiar en nadie. No tenía muy claro hacia donde iba pero tenía que tener cuidado. El dinero no era abundante en su bolsillo y tendría que sobrevivir sola hasta que encontrara a esa mujer.

Se dirigía hacia el ayuntamiento para conseguir una guía de teléfonos. Empezaría buscando en su pueblo. Sus padres podrían haber especificado un poco más, pensó. Todo el mundo a su alrededor la miraba con unos ojos extraños y interrogativos. Se preguntaban de dónde había salido esa chica. Iba vestida con unos pantalones rotos por numerosas partes, una camiseta que le caía por el hombro dejando ver la tira azul de su sujetador, una coleta perfecta que desentonaba con el resto del atuendo y una mochila muy llena colgada de su hombro. Se podría ir perfectamente a hacer el camino de Santiago si no fuera porque un océano inmenso la separaba de ese lugar.

 De pronto se vio delante de la gran puerta del ayuntamiento. Entró dudosa en su interior y le preguntó amablemente a la mujer de la recepción.

- Hola, buenos días.  En que puedo ayudarla señorita?- dijo la mujer llamada Arantxa. Se podía leer en una pequeña chapita enganchada al cuello de su camisa.

-Quiero una guía telefónica del pueblo. Aunque si tenéis una del estado, me sería de más ayuda. - pidió Ariel. Acababa de pensar que posiblemente tuvieran una guía del estado de Pensilvania también. Así que sin pensárselo mucho la pidió.

- Sí claro, aunque si me dice la persona o el negocio que quiere encontrar yo misma se lo puedo buscar. Ahora todo esta informatizado y le ahorraré tiempo.

- Ah! Sí, por supuesto. Muchas gracias.  Angelina Matterson.

En el momento en el que el nombre salió de la boca de Ariel, la mujer palideció. Antes de teclear el nombre en el antiguo teclado ya dijo que no salía en el buscador.

- Pero, si ni siquiera lo ha escrito. La he visto em....- miró fijamente la plaquita y pronunció. -Arantxa.

-Lo sé, niña. Pero créeme, no quiere encontrar a esa mujer. Hace mucho que ya no escucho su nombre, y  todo aquí ha ido mejor. Deja las cosas como están o te arrepentirás.

-¿Qué? ¿Qué pasó?- preguntó Ariel intrigada.

-No lo quieras saber. Se hizo un pacto sabes?. Son cosas que no es bueno ir contando por ahí. No seré yo quien lo rompa. - dijo asustada. Se le podía ver el miedo en los ojos, el espanto en la voz.

- Muy bien, entonces creo que cogeré la guía. Muchas gracias.

Y Arantxa le entrego la guía temblorosa. Y murmuró unas frases en lo que parecía latín. Ariel cogió las guías y se fue aún sin entender nada.

miércoles, 23 de abril de 2014

1. Los inicios


Estaba estirada en su cama, con la música a todo volumen, sumida en sus pensamientos. Cada canción le recordaba un momento, un momento que deseaba guardar en su memoria para siempre. Esa canción, esa que sonaba en ese preciso instante la transportó al verano pasado.  Era un día soleado de agosto, ella y sus amigas estaban en la playa, estiradas intentando que su piel se cubriera de una fina capa de moreno. Miraban al cielo, contemplado su amplitud. De repente, llegaron esos chicos que conocieron hacía tan solo unas semanas. Se sentaron en las toallas y sacaron de una vieja mochila de cuerdas un juego de cartas.

-Queréis jugar un rato ?- les dijeron sin quitar esa sonrisa pícara que les era característica.

-Sí , claro- respondió ella.

Y mientras jugaban y gritaban al ver que perdían, la canción sonaba. Ese fue su verano, el mejor de su vida. Conoció al chico que le hizo olvidarse de sus complejos y le hizo volver a creer en su misma. La cambió, le hizo ver todo lo bueno que tenía en ella y luego....luego se esfumó. Se esfumó tan rápido como unas cenizas saltan por el aire al recibir un soplido.  Antes de que sucediera, ella lo notó. Estaban acabando la última partida, ya era hora de irse, y de repente se sintió mareada, se le nubló la vista y detrás de sus ojos, justo en la parte donde los dos nervios ópticos se juntan vio algunas imágenes. No estaban claras, borrosas en su mayoría. Con lo poco que pudo ver entre el inicio del proceso y su posterior desmayo puedo intuir y casi confirmar que él se marcharía. Juntando los trozos pudo adivinar que al acabar la partida se despedirían con un suave beso en los labios y que después de esa dulce despedida ya no lo vería más. Ni un mensaje, ni una conversación, ni una mirada. Él se iría de su vida de la misma manera impredecible y apoteósica con la que entró. Y unos instantes más tarde, justo después de volver en sí a causa del contraste que ejerció el agua fría en su cara ardiente, sucedió. Tal y como visionó. Creyó que era un dejavú y no pudo hacer nada para impedirlo.

La canción cambió y con ella sus pensamientos y recuerdos. Esta la transportó a un día de su infancia. Cuando tenía apenas seis años. Su madre la había cogido en brazos y sentándola en su regazo le acarició el pelo. Entre susurros y caricias le pronunció unas frases que nunca olvidaría. " Hagas lo que hagas, siéntete orgullosa y especial. Tienes que ser fuerte cuando yo ya no lo pueda ser por ti." Eso siempre volvía a su memoria cada vez que los acordes resonaban en su reproductor. Era la canción que sonaba mientras la tierna escena sucedió.

Entonces un fuerte ruido distorsionó la melodía y la trajo de vuelta rápidamente a la realidad. No estaba encima de las piernas de su madre, ni tenía 6 años. El ruido volvió a sonar y entonces se dio cuenta. No era un ruido normal, eran disparos. Bajó de su cama tan ágilmente como le fue posible, recorrió apresurada el pasillo y llegó al salón jadeando y sedienta. No era mucho recorrido pero teniendo en cuanta su forma física y su ansiedad todo podía causarle cansancio. Y una vez cruzó el umbral de la puerta que dividía el salón del pasillo los vio. Vio a sus padres tendidos en el suelo, con el pecho ensangrentado. Sus cuerpos fríos e inertes estaban estirados con cierta gracia en la superficie, posiblemente por la caída producida por el impacto. Al lado de la pierna derecha de su madre encontró lo que supuso que era el arma. Un revólver pequeño y manejable.  Tomó el pulso de sus padres y no notó nada, ni un leve bombeo de sangre. Sabía que  era difícil pero tenía una pequeña esperanza en que todo fuera una trampa, una broma. Y lo recordó. Hacía apenas unas horas había sentido esa misma sensación del día de la playa. Algo había recorrido su mente. Esa escena, en la que se encontraba ahora mismo. Ya la había visto, era como si ella hubiera visto con anterioridad lo que iba a suceder. Entre sollozos se dijo que eso era imposible. Se arrodilló al lado del cuerpo de su madre y continuó llorando mientras se abrazaba fuertemente a sus piernas.

En una de las veces que levantó la cabeza para coger aire y no ahogarse en su mismo ambiente vio una carta. Arrugada y manchada en el bolsillo de la chaqueta de su padre. Se arrastro hábilmente a por ella. La cogió y vio que en la parte delantera del papel estaba escrito su nombre: Ariel Deathless. Con una mirada pensativa y un tanto preocupada abrió el sobre. Estaba cerrado con una especie de sello de un material blando a la vista pero muy duro al tacto. En el centro estaba gravado un escudo con un nombre en el centro: INMORTABILUS.

La abrió, retirando el sello de la punta de la solapa del sobre. Dentro había un papel doblado, parecía antiguo. Lo desplegó, y leyó atentamente la carta.

" Querida Ariel,

Supongo que si lees esta carta es porque ni tu padre ni yo estamos ya en este mundo. Hay algunas cosas que deberías saber sobre ti, algunas que te cambiarán la vida. Hemos pasado toda la vida cuidándote y protegiéndote de aquellos que querían herirte y ahora, cómo es obvio hemos fracasado. No podemos decirte mucho aún pero tienes que leer atentamente y hacer todo lo que digamos.

Ves a tu habitación, coge algo de ropa, pero tampoco vacíes el armario. No pueden saber que te vas.  Coge todo lo que necesites pero tienes que ser discreta. Haz una maleta, una cómoda y vete. Vete a buscar a Angelina Matterson. Ella te ayudará y te lo contará todo. No vuelvas nunca a casa y no confíes en nadie más excepto ella.

Siento que ahora estés sola, que pases por esto sola.  Te queremos y siempre estaremos a tu alrededor cuidándote.

Adiós hija,

Tus padres. "

jueves, 3 de abril de 2014

21. Unas palabras, un cambio


Después de la charla con el policía decidimos irnos de aquella casa, que ahora se había convertido más bien en un laboratorio. Un montón de personas con maletines, guantes blancos, gorras y chalecos con inscripciones como POLICIA, MÉDICO FORENSE, CRIMINALISTA entraban y salían de la casa cómo quien entraba en una oficina del paro. Sin ilusión, sin esperanza, sólo movimientos mecánicos.

- ¡Ei! Esperad, chicos. Antes con todo el ajetreo se nos ha olvidado pediros una cosa. Necesitamos una muestra de vuestras huellas para descartarlas con las que encontremos en el piso. Habéis estado antes allí y nos sería de ayuda para diferenciar y clasificar los centenares de huellas que posiblemente encontremos en la casa. - nos dice uno de esos policías especialistas en crímenes sin resolver que se acercó a nosotros unos instantes después de que nos pusiéramos a caminar.

- Ah...Sí, claro...¿Qué hay que hacer?- digo preocupada. Sé que mis huellas estarán allí y no precisamente sólo del momento en el que entré antes.

Nos enseña el procedimiento y le damos la muestra sin hacer más preguntas. Ahora sí que me quiero ir de allí.

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Llego a casa, me despido con un abrazo fugaz de Ray y me meto en mi cama. Quiero descansar un poco aunque aún sea pronto. Cierro los ojos intermitentemente, las imágenes de Byron en el suelo golpean mi mente. Cada vez que me quedo a oscuras le veo, le veo encima de mí, tocándome. Veo como me besa, como me hace sentir suya, como formo parte de él. Y al instante siguiente veo su estomago lleno de sangre, sus ojos sin vida, esos mismos que me habían mirado con tanto deseo unas horas antes. Veo sus labios formado un círculo por el que salió un "Ah" por última vez. Los labios que me habían echo recordar, que me habían echo querer.

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Cuando creo que he podido dormirme un sonido sordo me despierta. Alguien está llamando a la puerta. Voy rápidamente a la puerta y mientras me ato la bato la abro. Detrás de ella se encuentran los dos policías que hace unas horas -miro el reloj en ese momento para asegurarme cuantas, y son exactamente seis- hablaron con nosotros.

-Siento despertarla señorita, pero tiene que acompañarnos a comisaria lo antes posible.

-¿Qué? Pero... yo... yo no he echo nada. No puedo marcharme ahora, Sam aun no ha venido y no puedo ir allí sin que ella lo sepa.

-Tranquila, la llamaremos en el camino. Estará de acuerdo, en estos casos colaborar con la policía es lo mejor.

-¿En qué casos?- digo asustada.

- Los casos en los que se acusa a alguien de homicidio o asesinato.

Justo al escuchar que esa palabra "asesinato" salía de su boca refiriéndose a mi, me siento desfallecer. No he sido yo, estaba con Ray, con las chicas. Tengo coartada. Lo dejé solo, no tenía a nadie cerca. Incluso después de su muerte, Byron seguirá trayéndome problemas.

Vuelvo a mi habitación para vestirme de manera decente y coger algunas pertenencias. No sé el tiempo que me tendrán allí y hay algunas cosas que quiero llevar. Me pongo unos vaqueros desgastados, unas bambas y una camiseta cubierta por una sudadera ancha. Antes de salir por la puerta de mi habitación y ser vista por los dos polis envío un mensaje a Ray explicándole brevemente la situación. " Me acusan de asesinato. Ven a la comisaria a explicarles la verdad. "

Me acerco a las autoridades y les acompaño al coche. Por suerte no han usado las esposas y puedo ir libremente. Me meto en la parte trasera del automóvil y apoyo mi cabeza contra el cristal tintado. Nadie me verá des de fuera pero yo seguiré sabiendo que estoy ahí, como un delincuente cualquiera. Como si yo hubiera podido matarle.

domingo, 30 de marzo de 2014

20. Así empezó todo


Antes de adentrarnos más en la casa, en el asesinato, en el misterio decidimos llamar a la policía. Ray coge su móvil y en un ataque de cordura marca el número. Una voz monótona y apagada está en el otro lado de la línea.

-Emergencias dígame.

- Se ha producido un accidente. Un chico está herido, bueno creo que muerto en el 3 de GoreAvenue. Llamen al samur, a la policía forense o a quién sea, pero vengan ya. 

Mientras esperamos a qué vengan, estamos sentados en la escalera de la entrada. Con la mirada fija en un punto, en una mancha en el suelo. La miro pensando cómo habrá llegado ahí, quién habrá sido el culpable. Pensamientos estúpidos que llenan mi mente en un momento confuso. Tendremos que prestar declaración, recordar lo sucedido. Una cosa que últimamente no se me da muy bien. Veo que un coche patrulla se acerca, con las tres luces encendidas y parpadeantes. Haciendo que todos los que las miran deban entrecerrar los ojos para evitar que sus retinas se dañen. El sonido de la sirena retumba en mis oídos. Esto solo pasaba en las pelis, solo en las pelis una chica cómo yo se encontraba en medio del escenario de un crimen. Una chica uniformada se baja del coche, con un maletín en la mano. Se acerca a nosotros con un gracioso movimiento de caderas. Creo que es la típica mujer que hace un trabajo de hombres, que se siente rodeada de machos dominantes que no la tratan como una mujer, sino como una más de la pandilla. Tirándose eructos delante suyo y manteniendo conversaciones sobre lucha libre y futbol. Creo que se quiere sentir mujer dentro y fuera del trabajo. Y por eso se mueve así. Intenta gritarle al mundo que aún es femenina. Que pasarse el día rodeada de delincuentes traficantes no le ha quitado su parte coqueta y bella.

-¿Sois vosotros los que nos han llamado ?- nos pregunta cuando ya está a apenas unos metros de nosotros.

-Sí.- afirma seguro Ray.- hemos entrado en la casa, es amigo nuestro, bueno creíamos que lo era. La puerta estaba abierta y nos lo hemos encontrado como está. No hemos tocado nada.

-De acuerdo. Gracias. Ahora vendrá un compañero para que prestéis declaración. Después iros a casa a descansar. Os informaremos con lo que sea.

Entonces sale un hombre del mismo coche con un bloc de notas en la mano. Se acerca a nosotros mientras habla por el móvil. Bueno más que hablar, asiente. Sí, em... claro, aha. Es todo lo que sale de su boca.

-Chicos, contarme que ha pasado. Cómo os lo habéis encontrado. Si hay alguien que quisiera hacerle daño y por qué. Todo lo que nos pueda ser de ayuda para la investigación.

Le contamos lo sucedido pero decidimos mantener en secreto lo de mi falta de memoria, lo del engaño de Byron, las ganas de matarlo que teníamos todos y que yo estuve en esa casa unas horas antes. No nos hemos puesto de acuerdo para mentir a la poli, pero no hacia falta hablar. Con la mirada ya nos habíamos aclarado. No queríamos complicarnos más la vida con historias de asesinatos. Esa parte de mi vida no afecta a la investigación así que no hace falta contarla.

sábado, 29 de marzo de 2014

19. ¿Y ahora qué?

- Ahora no debes preocuparte por mi Rebecca. Todo se solucionará. Anda, bebe un poco de agua, cálmate tanto como puedas en estos momentos y escúchanos. Luego ya iremos a por ese sinvergüenza. Esto no quedará así, se lo haremos pagar, no sé cómo, pero lo haremos. - me dice Alexandra, en un tono que extrañamente me tranquiliza.

- De acuerdo- digo aún entre sollozos y lágrimas- adelante. Escucho.

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Ahora cuando ya han acabado de contármelo todo, yo reflexiono. Tengo en mi cabeza todos los recuerdos de muchos años, de muchos momentos. Buenos, malos, tristes y más tristes. Mi vida no ha sido un camino de rosas y ahora lo veo claro. Todo revolotea en mi cabeza, presionando mi cerebro. Intento comprender todo lo que he echo mal en mi pasado para intentar que no se repita en mi futuro. Tengo que aprovechar que me lo han recordado todo para aprender. Ahora, tengo el poder de decidir en mis manos. El poder de decidir si cambio o sigo como era. Intentar coger las cosas buenas de mi pasado y eliminar las malas. Que esas, las malas, no vuelvan nunca más. La vida me ha dado una oportunidad para cambiar. Bueno, ahora me estoy pintando de una mala persona sin remedio pero tampoco era así. No era una de esas populares que miran a la gente por encima del hombro, creyéndose mejores. Era una chica normal, que quiere a sus amigas pero con algunos defectos, algunos más importantes que otros, y que hace falta cambiar.

Pero después de tanta reflexión y tantos recuerdos solo una cosa viene a mi mente y choca contra mi cabeza. Solo una después de todo lo que me han contado. Byron. Él me ha cambiado. Él me ha usado a su voluntad.

-Ray, tengo que contárselo a Ray, Debe saberlo. Debe saber lo que me ha echo. Él me ayudará aunque yo no me acuerde de él. Con lo que me habéis contado estoy segura de que me quiere, de que le importo. Tanto como yo creía importarle a Byron. Aunque no sé muy bien de quién me puedo fiar ahora tengo un presentimiento. No puedo tener tan mala suerte dos veces seguidas. No sería justo. ¿Le podéis llamar?

-Sí, sí claro.- Dice Maya mientras saca su móvil del bolsillo derecho de su pantalón.

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Estoy caminando con Ray por la calle. De camino a casa de Byron. He hablado con él, se lo he contado todo y el entre lágrimas me ha dicho que se lo hará pagar. Se me partía el corazón al verlo así. No entiendo cómo me he dejado seducir, liar y engañar por un chico como Byron sin darme cuenta de los sentimientos de Ray. Él me ha dejado claro que no era mi culpa, que Byron me mintió, pero no puedo dejar de sentirme culpable. Después de comer algo, secarse los ojos y acabar de procesar la información me ha cogido del brazo y nos hemos puesto en marcha. No sé que hará, ni qué le dirá pero seguro que el me protegerá. No dejará que NUNCA se vuelva a acercar a mí.

Llegamos a casa de Byron y vemos que la puerta está entreabierta. Juraría que la había dejado cerrada. Entramos lentamente mientras pronunciamos al unísono su nombre, buscando una respuesta. Esperando que esté en casa para tener a alguien a quién poder gritar, para explotar, para dejar ir toda nuestra ira, toda nuestra rabia.

Solo necesitamos dar dos pasos dentro de la casa para verle. Esta sentado en el suelo contra la pared. Inmóvil. Está sumergido en un gran charco de sangre. No respira. No tiene nada en su cuerpo, ningún cuchillo, ninguna pistola cercana...No sé cómo ha pasado pero algo está claro. Está muerto. No necesito acercarme para tomarle el pulso. Lo sé.

miércoles, 26 de marzo de 2014

18. Nadie es quien creo que es


Abro los ojos y veo que estamos abrazados, mi cara contra su pecho desnudo.  Levanto la mirada y veo su sonrisa y entonces me aparta el pelo de la frente con la mano y me da un beso en ella.

-Tendríamos que irnos…. Se hace tarde y tengo que estar en casa a las cinco.- digo aunque no quiero cumplir mis palabras.

- ¿A las cinco para qué?- me pregunta.

- He quedado con las chicas. Me van a contar cómo era mi vida ante del accidente.

-Pero… ¿no te gusta tu vida de ahora? Quiero decir….entiendo que quieras recordar pero ¿te has planteado que puede ser que no te guste lo que te cuenten?

- Sí… lo he pensado y necesito saber.

- Bien…. Voy a vestirme, tú espérame aquí.

Entonces se levanta envolviéndose en una manta para no dejar al descubierto sus partes más íntimas.  Empiezo a vestirme y veo que tengo mi sujetador encima de una repisa en el fondo de la estancia. Me dirijo hacia él y veo dentro de un cajón entreabierto una foto y una carta. Me resultan familiares y las cojo. La foto es mía y de Byron en la playa, también está Su. Empiezo a leer la carta. “Querida Rebecca Stones: Dudo que tu inteligencia aún no haya atado cabos pero por si acaso me presento. Soy Byron McDown.” Después de la primera frase mis ojos se tiñen con una fina niebla que solo les permiten ver trozos sueltos de la carta. Frases como: “Quiero decirte algo más. Nunca me he olvidado de ti. Y de echo, no quiero hacerlo” o “Pd: cuéntaselo a tu nuevo novio y alguien pagará las consecuencias. Atentamente, tu peor pesadilla" retumban en mi cabeza confundiendo mis ideas y haciendo volver algunos recuerdos. Instintivamente me acabo de vestir lo más rápido que puedo, dejándome el sujetador allí, y salgo de la casa corriendo y suplicando porque Byron no sé percate aún de mi huida.

Corro y una extraña sensación recorre mi cuerpo. Creo que me he encontrado en esta situación antes. Corriendo sin rumbo sin saber bien porqué mis pies siguen moviéndose. Choco con gente a mi alrededor que me gritan insultos por mi poco cuidado pero a mí me da igual. Acabo de perder mi virginidad con el que yo creía que era mi novio, con el chico que creía querer. Y ahora me doy cuenta de que solo es un farsante que me ha engañado. No sé muy bien porqué ni cómo mis amigas me han dejado hacerlo pero pienso averiguarlo.

Llego a mi casa y en la puerta ya se encuentran ellas. Cuando las veo me pongo a llorar. No sé actuar de otra manera. Ellas me ayudan a abrir la puerta y una vez en el interior me escuchan.

-¿Vosotras sabíais quién era Byron?

-Un amigo tuyo ¿no? Nunca nos lo preguntamos. Era él el primero que habló contigo después del accidente, fue el quien nos lo contó, quien se lo contó a Ray. Sabemos que ese día te dejó pero seguía preocupado por ti.

-¡No es mi amigo! Se hizo pasar por mi novio, me explicó una historia, ¡Se ha acostado conmigo! Y me acabo de dar cuenta de que nada de lo que me contó era verdad. Encontré una carta, no sé muy bien de qué habla pero deja claro que él no era mi novio y que me estaba amenazando. Alex, te hirió.

Y caigo en el sofá llorando de nuevo. Tengo la impresión de que solo hago que llorar últimamente.

jueves, 20 de marzo de 2014

17. Y la primera vez fue cuando....


Me levanto pronto, antes de que el despertador suene. Hoy vuelvo a las clases y tengo muchas cosas que hacer y en las que pensar. Me recojo el pelo en una coleta alta y desecha. Me pongo unos leggins y una camiseta deportiva. Coloco los auriculares en el hueco de mis orejas y con ojeras salgo a la calle para correr un rato. Al salir respiro profundamente y noto como el aire frío y puro entra por mi nariz. Me siento viva a pesar de todo lo que me ha pasado. Muevo coordinadamente mis pies y mis brazos a la vez que planifico cómo me comportaré hoy. Tengo que decidir si quiero que me ayuden a recordar o prefiero crear mis propios recuerdos de nuevo. Ser mi antigua yo o ser la nueva.

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Llego a clase acompañada de Su. Dice que es mi prima y la creo. Tiene mis mismos apellidos y bueno, está viviendo conmigo. A lo lejos veo al chico de ayer y a dos chicas más. Me dijeron que ellos eran mis amigos. Me acerco asustada. He decidido recordar. No sé si lo que me encuentre me gustará o no pero así era yo y si no fuera por el accidente seguiría siendo así.

-Hola....-digo

-Becca.... Ven...- dice la chica rubia mientras me abraza fuertemente. Yo no sé qué cara poner o qué hacer. Así que confundida coloco mis brazos alrededor de su espalda y presiono.

-Quiero recordar chicos. Necesito hacerlo. Byron me ha contado cosas pero no lo sé todo.

-Sí claro, te diremos todo lo que quieras saber. Pero ahora tenemos que entrar en clase. ¿Quedamos después? ¿A las 5?- dice la otra chica.

-Sí, sí... En mi casa. - y me giro dirigiéndome a mi taquilla para coger mi libro de historia.

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Después de la clase voy hacia el patio interior del instituto para comer algo en alguna de las múltiples mesas de picnic que hay. Al girar por una esquina noto que des del otro lado alguien tira de mi brazo. Con cara de sorpresa doy un giro provocado y me planto delante de Byron. Al instante me presiona contra su pecho a la vez que se golpea la espalda con la pared. Entonces me coge la cara con sus manos y me besa. Cada vez que lo hace una imagen viene a mi mente, como si cada beso fuera un recuerdo. Quiero más recuerdos así que le beso yo otra vez.

- Ven a mi casa. Podemos comer allí. - me dice sonriente.

-Vale.- le digo entre besos.

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Entramos por la puerta cogidos de la mano. Por mi mente pasan muchas cosas y ninguna de ellas se centra en comer algo para volver a clase. Estamos solos en casa y me gusta. Me atrae tanto que cerraría los ojos y me dejaría llevar. Casi ni le conozco, es decir, mi nueva yo no le conoce. Supongo que la otra sí y que ella dejando al lado la estupidez de las adolescentes se había enamorado de él por alguna razón. Tenía tiempo de adivinarlo, pero por el momento estamos aquí. Camino detrás de él por el pasillo y al llegar a la puerta del salón, le impido abrirla y en vez de eso le beso de nuevo. De un salto entrelazo mis piernas entre su cadera y con un beso largo dejo claras mis intenciones. No sé que estoy haciendo, quizás no conocía nada de "la Becca antes del accidente" pero una cosa tenía clara. Era virgen igual que yo hasta dentro de unos momentos. Abro la puerta con la mano izquierda mientras poso la derecha en su pecho. Me lleva en brazos hasta el sofá. Allí me deja caer y se tira suavemente encima mío. Al caer le cojo la parte de abajo de la camiseta y le ayudo a quitársela. Entonces le veo, por primera vez. Tiene unos pectorales definidos pero no demasiado. No es un chico de esos que se tiran toda la tarde en el gimnasio para intentar imitar a Arnold schwarzenegger.  También veo que esos puntitos que salen al depilarse con cuchilla le recorren la parte baja de la barriga, que por otro lado es plana. No sé porque cada cosa de él me atrae más. Aunque todo sea precipitado creo que no me arrepentiré de hacer esto. Después de mi rápida visión él me quita mi parte superior dejando al descubierto mis imperfecciones. Por suerte, no parece importarle. Me deja de besar por un instante y me susurra al oído: eres preciosa. Ahí es cuando yo me convierto en cenizas transportadas por el viento a su albedrío. Y mi viento es Byron.

miércoles, 19 de marzo de 2014

16. Sigo siendo yo pero sin ser yo


Es la primera noche que paso en mi habitación des del accidente y estoy extrañamente nerviosa. Al entrar dejo las bolsa con las cosas que me ha ido trayendo Sam al hospital. Veo una habitación con las paredes pintadas de negro y recubiertas de cuadros, imágenes y otras cosas que usé en un pasado como decoración. Observo las fotos detenidamente esperando reconocer a alguien, pero nada. Cojo una en especial, estoy yo y un chico. Pero no es Byron, este es moreno. En la foto, él me coge por la cintura des de atrás mientras me da un beso en la mejilla. Me siento en la cama para no caer. Me suena, no le reconozco pero me suena. Byron me dijo que tuvimos una pelea durante uno meses y que yo me acerque a un chico con este aspecto para darle celos. Al final resulto que el chico era  gay y solo me estaba usando para descubrir su sexualidad. Dejo el portarretratos en la cama y me levanto. Sigo paseando por mi cuarto. Descubro otras fotos, con chicas- las que imagino que son mis amigas-, con una mujer de unos 40 años que imagino que es mi madre....De repente me doy cuenta de que ni siquiera soy capaz de reconocer a mi madre, a la mujer que me trajo al mundo.  Me siento desfallecer. Me apoyo en un silla y respiro hondo a la vez que cierro mis ojos. Estoy vacía, perezco un molde que está siendo rellenado rápidamente con recuerdos de otra persona. Una persona que no conozco, que no reconozco. La persona que un día fui pero que ya no seré más. cada poro de mi piel, cada hueco de mi alma está siendo llenado con nombres, caras, frases, pensamientos inconexos, que carecen de sentido para mí. Tengo miedo de mí futuro y de mi presente. El pasado servía para aprender, para no cometer los mismos errores en el futuro, pero.... si yo no tenía pasado ¿Cómo iba a saber lo que debía hacer en cada momento? Todo sería como seguir una vida que alguien un día empezó y dejó a medias. Como reanudar un libro del que ya no me acuerdo de la trama porque lo dejé a la mitad durante todo el verano. 

Mientras me dejo llevar en mis pensamientos suena mi móvil.

-¿Sí?- digo.

- ¡Dios, gracias! Estas bien. Llevo días intentando llamarte, nadie me ha dicho nada durante todo el tiempo que has estado ene l hospital. Un buen amigo tuyo, Byron creo que se llamaba, me dijo que era mejor para ti. Pero Becca, ya no puedo aguantar más sin saber nada de ti. No puedo levantarme por las mañanas pensando que no te veré, que no te podré hacer sonreír. Sé que no debería decirte esto después de haberte dejado pero....

-Espera, Espera. ¿Tu y yo juntos? ¿ Me dejaste? ¿Cuándo? ¿Quién eres? Y Byron, no es mi amigo. Él es mi novio. ¿Puedes explicarme por favor que clase de broma es esta?- pregunto inquieta.

- Mierda. Escuché algo pero no quería creerlo. Amnesia...

- Sí, ¡Tengo amnesia! Estoy cansada de no acordarme de nada ni de nadie. Todo el mundo parece conocerme pero no me conozco ni yo. Estoy cansada de que todos me intentéis contar vuestra versión de mi vida. Por si no lo habéis notado es MI vida y aunque no la recuerde aun tengo el derecho de decidir si quiero hacerlo. Adiós.- Le grito con tono de indignación y enfado. Luego le cuelgo sin darle la oportunidad de contestar o disculparse.  

martes, 18 de marzo de 2014

15. Empieza mi nueva vida


- Verá señorita Stones, cayó por un puente de unos 3 metros de altura la pasada tarde. Con la caída su cuerpo recibió múltiples golpes y uno de ellos se produjo en una parte de la cabeza un tanto compleja. Su memoria se ha visto gravemente afectada. Aún no sabemos si será temporal o duradero, lo que sí sabemos es que durante unos días se sentirá aturdida y fuera de lugar. Es normal. Sólo intente hablar con las personas que la conocen bien para poder ir recuperando su memoria. Le dejaré con su tía a solas un rato. Pero trate de descansar todo lo posible.- me dice el doctor con cara seria, de profesional.

-Gracias doctor.- mascullo. Me sorprende la desgana que noto en su voz. Me está anunciando que mi vida se ha borrado, que mis recuerdos han desaparecido con las mismas ganas que un niño se come un plato de lentejas.

Mi " tía" entra. No sé si debo llamarla así. No sé si debo usar esas palabras cuando no reconozco a una persona. Sus facciones me suenan pero nada más. Al entrar me muestra su mayor sonrisa aunque en ella veo preocupación y tristeza. No debe ser muy agradable que una persona a la que quieres se olvide de ti.

- Cariño, ¿Estás mejor?

- Verá, ¿Samantha?. Sé que usted me conoce pero no estoy cómoda cuando usa términos cariñosos conmigo. Aún no sé quién es o si puedo confiar en usted.

- Sí, Samantha. - dice mientras baja sus ojos brillantes hacia el suelo. Sé que se pondrá a llorar en cuanto salga de la habitación.

- El doctor me ha dicho que necesito que me expliquen cómo era, cómo me trataban etc para empezar a recordar. Pero ahora no me apetece escuchar historias fantasiosas del pasado. Espero que lo comprenda Samantha.

- Sí, claro. Te dejaré sola. - y se va lentamente, cerrando la puerta detrás de si.

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He dormido durante unas horas. No sé muy bien qué hora es pero supongo que eso no importa ya. Alguien entra en la habitación y espero que no sea Samantha otra vez.

- ¡Becca! ¿Cómo estás?- me dice un chico. Es alto y rubio. Aunque prefiero a los morenos no puedo mentir, es realmente guapo. Sus ojos oscuros me cautivan. Es diferente. Me habían echo la misma pregunta cientos de veces en un solo día pero solo a él quería contestársela.

- Bi..bien. - contesté nerviosa.- ¿Puedo preguntar quién eres?

- Ah, Sí, claro. Me había olvidado. El doctor me lo ha contado todo. Soy Byron McDown, tu novio.

-¿Perdona? Tu.. ¿Tu eres mi novio?- estaba alucinando. Ese chico, tan perfecto, tan guapo ¿Era mi novio? No sé cómo era ni con quién hablaba pero debía ser realmente popular para que ese chico se fijara en mí.

- Sip. jejeje. Llevamos un año juntos. Nos conocimos el primer día de clase. Tu te diste un golpe con una silla y yo te pregunté si estabas bien. Des del primer momento había algo especial entre nosotros. Poco a poco nos fuimos conociendo. Al principio salí con tu mejor amiga pensando que no te interesaba hasta que  el día del baile me declaré. Te confesé mi amor y tú me correspondiste. Tu amiga no sé enfadó y seguimos saliendo hasta ahora. No sé por qué te has intentado hacer daño pero quiero decirte que eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Sin ti mi cuerpo, mi alma está vacía. Tu me cambiaste, me hiciste mejor persona. Sé que ahora estas despistada y todo te parece raro y nuevo. Pero yo te esperaré. Te puedo ayudar a recordar y si es necesario te volveré a enamorar, día a día. No quiero que me apartes de tu vida, asumiré el rol que quieras que asuma en ella.  

Se veía que me quería y que posiblemente yo también le quería. Era muy guapo y dado que yo no sabía nada de mi vida anterior ¿por qué no intentarlo? ¿Qué me impedía estar con ese chico? Aunque yo no le conociera, él me podría enseñar de nuevo cómo es, podría enamorarme de nuevo.

- De acuerdo, lo intentaré. Intentaré estar contigo. - le digo convencida y lentamente veo su cara acercarse a la mía. Con mucho cuidado por los aparatos del hospital posa sus labios carnosos en los míos y me da un beso leve pero apasionado. Recuerdo esos labios, me suenan pero no estoy segura de qué ni de cuándo.

lunes, 17 de marzo de 2014

14. El fin


Se tira sobre el sofá dejando la maleta caer al suelo con un fuerte golpe. Me siento en la butaca de enfrente observándola, esperando a que alguna otra explicación salga de su boca. Pero no es así. Samantha ha salido a comprar y tardará un par de horas aún. Tengo ese tiempo para adivinar las verdaderas intenciones de Su y hacer que se vaya.

-Su, verás, no vivo sola como debes suponer. Sam....no creo que le haga mucha gracia que haya más inquilinos en el piso. Ella también necesita su espacio y aquí solo hay dos habitaciones.

- ¡Ah, sí, Sam! Ya he hablado con ella. Lo entiende perfectamente.

-¿ Qué le has hecho ?-pregunto inquieta. Dudo que " lo entienda perfectamente".

- Nada... bueno....solo le he dicho que si no me deja quedarme, tendría que dormir en la calle y robar para sobrevivir. Sabe que soy capaz y ella es tan buena y amable que no me dejaría caer en el vandalismo por unas simples semanas.

- Has recurrido a tu truco más barato. El chantaje emocional. Bien, si jugamos con esas....

-No pienses en una venganza, te ganaré y lo sabes.

Cierro los ojos y cuento hasta diez. Sé que tiene razón y eso es lo peor. De pequeñas cuando jugábamos siempre hacíamos lo que ella quería. Siempre me dominó. Ella mandaba y yo me resignaba a cumplir sus órdenes. Intenté plantarle cara pero siempre me amenazaba con algo que yo quería o temía. O juegas a esto o arranco la cabeza a tus muñecas. O juegas conmigo o te encierro en la habitación hasta que te ahogues con tus llantos. Era malvada. Antes era morena pero eso pelo pelirrojo le iba como anillo al dedo. El color del infierno, el color del mal.

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Alguien llamó a la puerta y yo con un movimiento veloz la abrí. Era Ray. Salí a fuera, no quería que el demonio pelirrojo le viera. Aún no.

Me acero y le saludo con un beso leve en los labios. Extrañamente se aparta. Mi expresión lo dice todo. Mi cara se mueve entre la duda y la fascinación. ¿Ya se ha cansado de mí? ¿Habrá vuelto con Maya?

- Rebecca, tenemos que hablar. ¿Puedo pasar?- me dice sin mirarme a la cara. Es incapaz de levantar la vista y posar su mirada en mis ojos.

- ¡No! Digo, no.... es que está mi prima y... es una larga historia.

- Como quieras. - me coge de las manos y ahora sí que me mira.- Tengo que decirte algo. No sé muy bien por dónde empezar... Verás, tengo que... tengo que dejarte. Tengo que dejar de estar contigo. Tengo que dejar de besarte, de abrazarte, de verte,  de hacerte sonreír cuando nadie más podría. Tengo que dejar de quererte. No me preguntes por qué porque no puedo contestar a eso. Solo sé que tengo que hacerlo porque te quiero.

Y mientras yo me quedo sorprendida, triste y asustada en el umbral de la puerta él se va. Me deja allí, sola, desconsolada y temblando. Se aleja caminando, con la cabeza gacha. Una lágrima solitaria decide caer de mi ojo derecho aunque sé que pronto no estará sola. Cierro la puerta de un golpe y corro. No corro en su dirección. Simplemente corro. Olvidándome de todo. De las calles, del aire, del dolor, de mi existencia. No entiendo nada, me ha dejado con el por qué en la boca. Sin poder expulsarlo de mis labios. Sin poder quejarme, sin poder suplicar.

Llego a un puente. Debajo de él corre un río. Agua clara va arrancado ramas y arrastrando piedras. Nadie se pregunta nunca por qué. Simplemente lo hace. Observando la fluidez de este me siento en el suelo, hundiendo mi cara entre las rodillas. Y entonces sí. Empiezo a llorar. Al principio es un llanto leve. Luego empiezo a sollozar y pronto me falta la respiración. En ese momento me doy cuenta de lo que pasa. En ese momento lo sé. Es Byron. Él le ha obligado. Ray me ha dejado porque Byron se lo ha dicho.

Me levanto. Mi mente está fuera de mi cuerpo. No lo controlo. Y sin saber cómo me encuentro cayendo. Mi cuerpo vacío y sin consciencia está en suspensión. Voy cayendo lentamente por el puente. Los minutos se vuelven segundos y los segundos una eternidad. Caigo, caigo y parece no tener fin. Quiero llegar al final. Al final del sufrimiento, del dolor. Aún no sé por qué estoy en esta situación. Me gusta mi vida. Tengo muchas cosas bonitas en ella, por las que merece la pena vivir pero tengo la sensación de haberme quedado vacía. Sin nadie. Y llega el suelo. Un fuerte estruendo hace notar que mi cabeza ha chocado contra una piedra. El rojo de mi sangre corriendo por las tranquilas aguas de rio muestran mi dolor. Pero no puedo respirar, no puedo sentir, no puedo sufrir. Mi mente se ha quedado ahí, encima del puente, aún pensando en si permanecer y aguantar o dejarse llevar y olvidar.


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Abro los ojos y estoy en una habitación blanca. No identifico ni el techo ni las luces. Muevo la cabeza para ampliar mi campo de visión pero no puedo. Un fuerte dolor invade mi cabeza. Todo me da vueltas. Me la toco lentamente y veo que está vendada. Miro mi brazo desnudo y veo una pequeño aparato de plástico. Mierda. Estoy en el hospital. Intento llamar a alguien pero no sé a quién. Grito mamá esperando a que alguna mujer venga a mí. Pero no es así. Estoy sola. Cierro los ojos y intento organizar la información. Estaba... en... por qué... No me acuerdo de nada. Mierda.  Alguien entra.

- Hola, cariño. ¿Cómo te encuentras?- me pregunta una mujer mayor vestida como si tuviera 40 años.

- Hola...Perdona, pero, ¿quién eres?- digo asustada e intrigada a la vez.

-¿Becca?¿ Estás Bien?

Vaya pregunta más estúpida pienso. Estoy en el hospital con no sé cuantos puntos en la cabeza, un dolor horrible y no reconozco a esta mujer. Creo que es obvio que no estoy bien.

- No, creo que es evidente. Por favor, ¿podría usted llamar a mi madre y a un médico? No sé muy bien que hago aquí y me gustaría volver a mi casa lo antes posible.
 

jueves, 13 de marzo de 2014

13. El inicio del fin


En el momento en el que veo que ya no queda ninguna palabra por leer, busco corriendo las escaleras del sótano. Tengo que llegar a Alex cuanto antes. Abro un par de puertas y por suerte encuentro la escalera en la segunda. Cogida a la débil barandilla bajo por los inclinados peldaños. Uno a uno. Tengo miedo de que esa vieja escalera de madera negra vaya a soportar mi peso. Cuando consigo bajarlos todos recorro nerviosamente la estancia con la vista. En el fondo se encuentra Alexandra. Está tumbada de lado en el suelo. Toda su ropa está húmeda y manchada posiblemente por el clima de la habitación. La levanto como puedo e intento subirla por la escalera. Pesa mucho pero no puedo pedir ayuda. No puedo arriesgarme a que Byron cumpla con su amenaza.

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He llevado a Alex a mi casa y ahora se encuentra tumbada en mi cama cubierta con una manta para reducir el frio. No sé qué le diré cuando sus ojos se abran. Aún no tengo una explicación lógica ensayada. No le puedo decir la verdad eso está claro.

Empieza a volver en sí misma y yo  me acerco para abrazarla y comprobar de lo que se acuerda. Quizás tenga suerte y Byron le haya dado algo tan potente que no recuerde nada.

- ¿Don...dónde estoy?- dice colocándose la mano en la cabeza para mostrar su dolor y malestar.

-Shhh...Shhh tranquila Alex. Estás conmigo. En mi casa.  Todo está bien. Toma. Bebe, te sentará bien. - la intento tranquilizar mientras le ofrezco una taza de té rojo caliente. Sé que es su preferido.

-Rebecca, ¿Qué me ha pasado? Estaba en el coche, delante de la casa y de repente todo se vuelve borroso en mi memoria..

-  Al salir de coche te golpeaste con la puerta y caíste al suelo, en mitad de la carretera. Tuviste suerte de que no está muy transitada ,de lo contrario, te habrían atropellado. Al ver que tardabas mucho decidí ir a buscarte, ya sabes que no me hacía mucha gracia que fueras allí y además sola... Te encontré y te traje para aquí. El coche sigue en la carretera. Ahora llamaré a la policía.

- Gra..Gracias Becca.- me dice entre tartamudeos. Creo que necesita más te.

- Alex, voy a ir a por más te. Quédate aquí, no tardaré.

Salgo de la habitación hacia la cocina. Cuando estoy delante de la encimera me apoyo en ella con los brazos extendidos y empiezo a llorar en silencio. No quiero que me escuche pero necesito desahogarme. Necesito desahogarme sola, ahora. No sé cómo controlaré esto. Tengo que encontrar a Byron y hablar con él.

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Alex se acaba de marchar y yo quiero ir a mi habitación, encerrarme en ella y no salir en unos días. Pero justo cuando estoy subiendo las escaleras suena el timbre. Entre bufidos bajo los cuatro peldaños que he subido y abro la puerta. Detrás de ella descansa mi prima, mi prima Susanna. Es la hija de la hermana de mi madre. Ella estaba conmigo cuando conocí a Byron. En ese verano ella andaba algo perdida y se enamoró de él a pesar de que tenia la misma edad que yo. Susanna siempre decía:" Yo nunca estaría con un chico menor que yo. Son niñatos que solo dan problemas." Me enteré que se había pillado cuando él se marchó. Me sentí muy mal pero ya no podía hacer nada. Ella es guapísima. Tiene el cabello rojo como el fuego y muy largo. Se lo suele recoger en un rápido moño alto que le da un aspecto casual y interesante. Sus ojos son verdes y su cara está llena de pequeñas pecas que aumentan su número con el sol. Nunca pude imaginar que Byron le gustaba, ella podía optar a más. Quizás solo lo hacía porque a mí también me gustaba o quizás...

- ¡Eiii! ¿No me vas a invitar prima? - dice sonriente. Veo una maleta a su lado, bastante grande como para pasar solo una tarde o el fin de semana.

- Sí, sí claro. Pero Su, ¿Y esa maleta?- pregunto inquieta.

- Sabía que lo ibas a preguntar. ¡Eres tan previsible! - era la segunda vez que me decían eso hoy y no me hace ninguna gracia. ¡No soy previsible! Solo muy ordenada y precisa.-  Me quedaré algunos días contigo, aquí.

- Pero...pero...¿Por qué?- digo. No es que no quiera a mi prima ni nada por el estilo. Pero sé cómo irá esto y no me gusta la idea. Le encanta salir de fiesta y emborracharse hasta perder el conocimiento. Llevarse tíos a casa para luego no hacer nada. Mi casa no se convertirá en un falso "picadero".

- Mi madre se va a dar la vuelta al mundo con su nuevo novio joven y atractivo. Creo que solo quiere aprovecharse de su dinero pero ¿Quién soy yo para negarle nada? Aquí lo pasaremos bien juntas.

Sonrío falsamente mientras cierro la puerta tras de ella. Mi mundo acaba de dar otro giro inesperado. Más problemas, genial.

miércoles, 12 de marzo de 2014

12. El chico de la playa


- El timbre de mi casa sonó insistentemente, aunque hice lo que pude por ignorarlo y seguir durmiendo, no pude. Era un sonido demasiado fuerte. Bajé las escaleras de dos en dos para evitar que se marchara el impaciente. Al abrir la puerta me encontré esto en la puerta. Otra rosa como la que me distéis vosotras ayer pero...no sé... ha sido extraño.  Leí la nota ' Y me pregunto cómo has podido olvidarme cuando yo jamás podré dejar de amarte'. La doblé nerviosa y al intentar meterla en el sobre vi otro papel. ' Sanford Street, 52'. Sólo una dirección. La he buscado en Google y no está lejos de aquí. La verdad es que no se si acercarme o .....- nos explica Alex antes de entrar a nuestra primera clase.

- Yo creo que deberías ir. - afirma Maya sin ninguna duda.

-No se... yo creo que no. Crees que es de Will pero tampoco lo sabes seguro. - pensando en que quizás alguien podría haber accedido a la rosa después de que ella la dejara por la mañana.

- Ve. ¿Qué puedes perder? Yo te acompañaré si te sientes más segura- añade Ray incorporándose al instante a la conversación.

- Creía que estabas hablando con tu madre...- menciono.

-Lo estaba cariño.- dice guiñándome el ojo.

-Sí. Iré. Pero, Ray, puedo hacerlo sola. No te preocupes.

Entro en clase, algo preocupada.  Al girarme para ver si me siguen veo de nuevo a ese chico.  Al de la nota. Pero solo son unos segundos y no puedo hacer nada. El profesor ya está dentro.

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Abro mi taquilla y caen un montón de pañuelos de ella. Entre todo ese mar de mocos y bacterias encuentro un papelillo arrugado y sucio. Lo cojo cómo puedo y lo leo. " Deja a tu amiga ir o alguien lo pagará caro." De repente se me niebla la vista. La sangre me bombea fuertemente en la cabeza. Corro ,sin cerrar mi taquilla, para encontrar a Alex. No puede ir. Ahora sí que no puede ir. Veo a Maya y le pregunto rápidamente si la ha visto. Me contesta que hace un rato que se ha ido hacia esa extraña dirección.  Voy hacia mi coche mientras le escribo un mensaje a Ray para que no se preocupe "  Me voy a buscar a Alex. Está a punto de ocurrirle algo. Te quiero. Becca. " Programo el GPS para que me lleve y intento llegar lo antes posible saltándome semáforos y controles. Si le pasa algo a Alex por mi culpa no me lo perdonaría nunca.  

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Llego a la dirección. Es una casa pequeña y vieja aislada de toda población. Tiene un gran jardín delantero y una valla de madera podrida con una puerta que chirria al moverla. Parece la típica casa que usarían en las películas de horror. Empujo la puerta y camino por la extensión gritando el nombre de mi amiga. No obtengo respuesta. Entro en la casa y al encender la luz me quedo sin respiración. Creo que estoy así durante un par de minutos. Cuando puedo volver a recuperar el aliento y la consciencia  miro a mi alrededor más detalladamente. Las paredes están cubiertas de fotos mías con un chico. Uno que conocí en verano. No lo conozco mucho pero lo suficiente. Mis amigas y yo estábamos en la playa tomando el sol, hablando y mirando a los chicos que paseaban por delante nuestro. Me fijé en él,  y Maya tan discreta cómo siempre le chilló. El muchacho se paró, se acercó y empezó a hablar con nosotras. No sé muy bien cómo pero al cabo de un par de días estaba besándole. Fue un amor de verano, nada serio. El era de otro estado. Nunca podríamos tener nada más así que me olvidé de él.

Sigo observando las fotos. Está secuenciada toda nuestra relación. En el centro de la habitación había una mesa con una carta encima. La abro y leo detenidamente aún absorta por el panorama.

" Querida Rebecca Stones:

Dudo que tu inteligencia aún no haya atado cabos pero por si acaso me presento. Soy Byron McDown. ¿ Ahora me recuerdas? Espero que no haya sido difícil llegar hasta aquí. Para mí no ha sido nada complejo prepararte la trampa. ¡Eres tan previsible! Sabía que si Alex estaba en el medio tu no dudarías en hacer lo que fuera para protegerla. Tranquila, está en el sótano bien dormida. Espera, no dejes la carta en el suelo y salgas corriendo a buscarla. Acaba de leer primero.  Quiero decirte algo más. Nunca me he olvidado de ti. Y de echo, no quiero hacerlo. Te he investigado, he seguido tus pasos y mira premio. Estás enamorada de otro chico. Como podrás comprender no puedo permitir eso. ¿Qué clase de chico sería si dejo que mi amada esté con otro? Ninguno decente así que....no daré más pistas.

Pd: cuéntaselo a tu nuevo novio y alguien pagará las consecuencias.

Atentamente, tu peor pesadilla. "

11. La llegada a casa


Entro en mi habitación empapada después de un largo día, un baile y un beso en el portal. Ray me ha acompañado a casa al acabar la fiesta. Queríamos ir a dar un paseo pero se puso a llover. Cuando estábamos saliendo por la puerta las gotas empezaron a caer sobre nosotros. Al principio era un chisporroteo leve pero luego cayeron con más intensidad, rizando mi pelo y estropeando nuestros vestidos. Teníamos su coche para volver pero decidimos que sería divertido. Empezamos a correr, una mano entrelazada con la suya y la otra sujetando mis tacones. Hacía frío y la humedad me hacía tiritar. Pero no importaba, el estar junto a él hacía que todo se me olvidara. Al llegar a mi casa, yo quería entrar rápido. Estaba desaliñada y fea.

-Adiós- dije apresuradamente. Le di un beso fugaz en la mejilla y me dispuse a buscar las llaves.

- Espera, espera. ¿Qué pasa?

-Nada, nada. Simplemente que no quiero que.... Gracias por esta noche, ha sido increíble.- le comenté mirando al suelo.

-Sé lo que estás pensando- dijo mientras me levantaba la cabeza con su mano- Rebecca, estás preciosa. Mojada o seca, bien peinada o no, con el maquillaje intacto o húmedo por el agua. Ven- acabó de decir con un tono tierno a la vez que me besaba dulcemente. - Adiós.

Ahora me encuentro en mi cama, tumbada, mirando el techo. Me he recogido el pelo en una coleta alta y me he puesto mi pijama preferido. Estoy pensando en todo lo que ha pasado hoy. Mientras repaso los acontecimientos, los tristes y los alegres,  caigo presa de Morfeo. Cierro los ojos y me dejo llevar. Mañana será otro día. Estarna Maya, Alexandra, Ray y... ese chico misterioso. Me propongo averiguar quién es antes de que me cause algún problema. Tengo que recuperar fuerzas.