sábado, 29 de marzo de 2014

19. ¿Y ahora qué?

- Ahora no debes preocuparte por mi Rebecca. Todo se solucionará. Anda, bebe un poco de agua, cálmate tanto como puedas en estos momentos y escúchanos. Luego ya iremos a por ese sinvergüenza. Esto no quedará así, se lo haremos pagar, no sé cómo, pero lo haremos. - me dice Alexandra, en un tono que extrañamente me tranquiliza.

- De acuerdo- digo aún entre sollozos y lágrimas- adelante. Escucho.

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Ahora cuando ya han acabado de contármelo todo, yo reflexiono. Tengo en mi cabeza todos los recuerdos de muchos años, de muchos momentos. Buenos, malos, tristes y más tristes. Mi vida no ha sido un camino de rosas y ahora lo veo claro. Todo revolotea en mi cabeza, presionando mi cerebro. Intento comprender todo lo que he echo mal en mi pasado para intentar que no se repita en mi futuro. Tengo que aprovechar que me lo han recordado todo para aprender. Ahora, tengo el poder de decidir en mis manos. El poder de decidir si cambio o sigo como era. Intentar coger las cosas buenas de mi pasado y eliminar las malas. Que esas, las malas, no vuelvan nunca más. La vida me ha dado una oportunidad para cambiar. Bueno, ahora me estoy pintando de una mala persona sin remedio pero tampoco era así. No era una de esas populares que miran a la gente por encima del hombro, creyéndose mejores. Era una chica normal, que quiere a sus amigas pero con algunos defectos, algunos más importantes que otros, y que hace falta cambiar.

Pero después de tanta reflexión y tantos recuerdos solo una cosa viene a mi mente y choca contra mi cabeza. Solo una después de todo lo que me han contado. Byron. Él me ha cambiado. Él me ha usado a su voluntad.

-Ray, tengo que contárselo a Ray, Debe saberlo. Debe saber lo que me ha echo. Él me ayudará aunque yo no me acuerde de él. Con lo que me habéis contado estoy segura de que me quiere, de que le importo. Tanto como yo creía importarle a Byron. Aunque no sé muy bien de quién me puedo fiar ahora tengo un presentimiento. No puedo tener tan mala suerte dos veces seguidas. No sería justo. ¿Le podéis llamar?

-Sí, sí claro.- Dice Maya mientras saca su móvil del bolsillo derecho de su pantalón.

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Estoy caminando con Ray por la calle. De camino a casa de Byron. He hablado con él, se lo he contado todo y el entre lágrimas me ha dicho que se lo hará pagar. Se me partía el corazón al verlo así. No entiendo cómo me he dejado seducir, liar y engañar por un chico como Byron sin darme cuenta de los sentimientos de Ray. Él me ha dejado claro que no era mi culpa, que Byron me mintió, pero no puedo dejar de sentirme culpable. Después de comer algo, secarse los ojos y acabar de procesar la información me ha cogido del brazo y nos hemos puesto en marcha. No sé que hará, ni qué le dirá pero seguro que el me protegerá. No dejará que NUNCA se vuelva a acercar a mí.

Llegamos a casa de Byron y vemos que la puerta está entreabierta. Juraría que la había dejado cerrada. Entramos lentamente mientras pronunciamos al unísono su nombre, buscando una respuesta. Esperando que esté en casa para tener a alguien a quién poder gritar, para explotar, para dejar ir toda nuestra ira, toda nuestra rabia.

Solo necesitamos dar dos pasos dentro de la casa para verle. Esta sentado en el suelo contra la pared. Inmóvil. Está sumergido en un gran charco de sangre. No respira. No tiene nada en su cuerpo, ningún cuchillo, ninguna pistola cercana...No sé cómo ha pasado pero algo está claro. Está muerto. No necesito acercarme para tomarle el pulso. Lo sé.

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