miércoles, 12 de marzo de 2014

11. La llegada a casa


Entro en mi habitación empapada después de un largo día, un baile y un beso en el portal. Ray me ha acompañado a casa al acabar la fiesta. Queríamos ir a dar un paseo pero se puso a llover. Cuando estábamos saliendo por la puerta las gotas empezaron a caer sobre nosotros. Al principio era un chisporroteo leve pero luego cayeron con más intensidad, rizando mi pelo y estropeando nuestros vestidos. Teníamos su coche para volver pero decidimos que sería divertido. Empezamos a correr, una mano entrelazada con la suya y la otra sujetando mis tacones. Hacía frío y la humedad me hacía tiritar. Pero no importaba, el estar junto a él hacía que todo se me olvidara. Al llegar a mi casa, yo quería entrar rápido. Estaba desaliñada y fea.

-Adiós- dije apresuradamente. Le di un beso fugaz en la mejilla y me dispuse a buscar las llaves.

- Espera, espera. ¿Qué pasa?

-Nada, nada. Simplemente que no quiero que.... Gracias por esta noche, ha sido increíble.- le comenté mirando al suelo.

-Sé lo que estás pensando- dijo mientras me levantaba la cabeza con su mano- Rebecca, estás preciosa. Mojada o seca, bien peinada o no, con el maquillaje intacto o húmedo por el agua. Ven- acabó de decir con un tono tierno a la vez que me besaba dulcemente. - Adiós.

Ahora me encuentro en mi cama, tumbada, mirando el techo. Me he recogido el pelo en una coleta alta y me he puesto mi pijama preferido. Estoy pensando en todo lo que ha pasado hoy. Mientras repaso los acontecimientos, los tristes y los alegres,  caigo presa de Morfeo. Cierro los ojos y me dejo llevar. Mañana será otro día. Estarna Maya, Alexandra, Ray y... ese chico misterioso. Me propongo averiguar quién es antes de que me cause algún problema. Tengo que recuperar fuerzas.

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