Nos subimos al coche. Es un Land Rover negro. Imagino que es
de su padre porque no debe de tener tanto dinero propio como para poder
costearse un coche así. Me siento en el asiento de atrás y observo cómo pasa el
paisaje por la ventana. Veo más parejas, felices, cogidas de la mano paseando
por la calle. Algunas se dirigen al baile y otras simplemente a su casa. Cierro
los ojos y dejo libre mi imaginación.
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Llegamos al gimnasio de nuestro instituto. Está todo
decorado para la fiesta. En la parte derecha está el Dj, en el centro la pista
de baile, en la izquierda la mesa de comida y en el fondo el escenario. Habrá
diferentes grupos tocando y alguna que otra charla del director. Además al
final de la noche se hará el recuento de votos para el rey y la reina del
baile. Se supone que son el chico y la chica que se han preparado mejor para
esta noche, que ha bailado mejor y que por tanto tienen derecho a algunos
privilegios durante el año. Estos no son nada del otro mundo pero siempre hace
ilusión que te consideren la mejor. A lo largo de la velada todos los alumnos
presentes deberán votar de manera anónima a un compañero y a una compañera. En
numerosos casos ganaban los más populares por el simple hecho de tener más
gente detrás de ellos como perritos comiendo de la palma de su mano.
Empezamos a bailar, a
comer y a beber ponche. Es la típica bebida de los bailes aunque no puedo
definir muy bien su sabor ni su olor. Han pasado unas horas y yo ya no puedo
más. No puedo aguantar como todos, TODOS, en la clase han encontrado una pareja
y yo sigo sola. Bailando o descansado en un rincón pero siempre sola. Ray y Maya están en la pista como una parejita
feliz. Ella le coge del cuello y él de la cintura. Bailan muy cerca y de tanto
en tanto se besan. No aguanto ver esto más. Cojo mis cosas y salgo del
gimnasio. Me siento en un banco a fuera. La brisa me da en la cara. Despeinando
mi flequillo irregularmente. Observo la tranquilidad a mi alrededor. ¿Cómo todo
puede estar tranquilo mientras mi vida se viene abajo?
Solo tengo que esperar una media hora para que alguien me
venga a hacer compañía. Ray está saliendo por la puerta principal y viene hacia
mí. No entiendo muy bien porque ya que Maya no está con él.
- Becca, ¿Qué haces aquí?- me pregunta incrédulo
Yo me giro lentamente y le miro a los ojos. Él me está
viendo. Está viendo como cae una lágrima de mis ojos mientras le observo. Y
entonces empiezo a llorar esta vez desconsoladamente.
- Vete Ray. Maya debe estar buscándote. No le gusta que la
dejen sola en cosas como esta. Además seguro que ganáis el concurso. Tenéis que
ganar. - giro mi cara y vuelvo a mirar hacia el horizonte. No quiero que él me
vea así.
-La he dejado con una amiga que la estaba felicitando por el
maravilloso trabajo hecho en la preparación del baile. Te he visto salir y no
he podido venir a buscarte antes. Dime qué te pasa, por favor.
-¿Quieres que te diga la verdad, Ray?¿Estás seguro que quieres
saberla?
-Sí, por favor. - Veo que quiere saberla y yo no puedo aguantarme
más. Lo habría hecho por Maya pero no podía seguir así.
- ¡Qué te quiero! Eso es lo que me pasa. No pude hacer nada
porqué Maya se enamoró de ti y se puso en medio. Bueno en medio no porqué no
teníamos nada. Decidí que no tenía nada que hacer y me aparté. Mi teoría se
confirmó cuando empezasteis a salir. Os veía también bien que..... Pero ya no
puedo seguir con esto más. No puedo aguantar verte con ella. No puedo aguantar
que nadie más te haga sonreír porque quiero ser yo el único motivo de tu sonrisa.
No puedo aguantar más que nadie bese tus labios porque deberían ser los míos
los que lo hagan.
Empezó a acercarse a mí. Me pidió que me levantara y
obedecí. Quería saber que tenía que responderme. Una negativa seguramente.
-Rebecca, ¿Realmente piensas que no tienes nada que hacer?
¿Realmente te menosprecias tanto? Eres una chica perfecta que cualquier hombre
querría tener. Eres preciosa, tu pelo al viento quita la respiración a
cualquiera. - lo que yo decía, ahora podrá la típica excusa, la típica charla
de eres perfecta pero no para mi.-Y con cualquiera me refiero a mí. Des de que
te hablé en la cafetería supe que no quería separarme de ti. Cuando me miras haces
que se me pare el corazón. Quizás no debería estar diciéndote esto con Maya
dentro. La aprecio mucho pero no la quiero. Esperaba que con el tiempo
surgiera. Yo creía que no te importaba. Me dejaste ir demasiado rápido. Soy
tímido y me cuesta arriesgarme. He
intentado todo lo que podía para estar más tiempo contigo pero siempre recibía
negativas. Ella es lanzada, guapa y
pensé que si conseguía estar bien con ella podría olvidarme de ti. Pero no pude Becca. Estás en mi mente todos
los minutos del día. Esto no está bien pero cuando abrazo, acaricio o beso a
Maya en el fondo de mi ser pienso y deseo que eres tú. Era la única manera en
la que podía tenerte. Quería confesar, pedirte que vinieras conmigo al baile,
convertirnos en los reyes pero pasó lo de Will y creí que no sería lo mejor. -
siguió acercándose a mí. Mirándome fijamente a los ojos ignorando mis lágrimas.
Me cogió de las manos. En mi interior todo se movía. Parecía que me iba a caer
pero no, porque él me sujetaba. - Hoy estás perfecta. Y las lágrimas no quedan
bien, por favor deja de llorar. Estoy aquí contigo. Rebecca Stones, te quiero.
Y quiero estar contigo.
Entonces sube su mano derecha hacia mi cara sujetando mi
mejilla con sus dedos firmes y fríos. Acerca su cara lentamente aún mirándome a
los ojos. Y yo no puedo pensar en nada. Ni en Maya ni en Will ni en Alex. Llevo
mucho tiempo esperando esto creyendo que nunca ocurriría y ahora estoy aquí. Su cara ya se encuentra muy cerca, lo
suficiente para besarnos pero ambos queremos esperar. Seguir en la distancia disfrutando
del momento. Pero poco después sus labios tocan los míos. Están húmedos y
fríos. Y me besa. Nos besamos durante mucho tiempo. De manera dulce y pausada.
Mientras lo hacemos sonreímos, con Maya no era así. Creo que a eso le puedes
llamar amor. A que una sonrisa estúpida se dibuje en tu rostro mientras la
persona que quieres en ese momento te besa. Después de un rato, nos volvemos a
mirar a la cara nostálgicos porque el momento ha acabado. Me retira un mechón
de pelo de la cara y me lo coloca detrás de la oreja con un movimiento tierno.
Entonces me rodea con sus brazos haciéndome sentir segura y feliz. La mujer más
feliz del mundo. Noto su respiración entrecortada y puedo imaginar qué el
siente la mía. Me gusta estar así. Junto a él. Nada ni nadie nos podría separar
en éste momento. Cierro los ojos y rezo para que se pare el tiempo.