miércoles, 5 de marzo de 2014

6. Muerte inesperada


 

Hoy es dia cuatro de marzo, el dia del baile en el instituto. Todos los años un comité formado por los más populares del instituto organiza un baile que suele ser patético. Este año Maya ha conseguido colarse en esos populares e intuyo que será diferente a todos los otros bailes. Lleva meses ultimando los detalles, comprando bebidas, seleccionando musicas, haciendo papeletas para el rey y la reina del baile.... Este año quiero ir. Me gustaría pedírselo a Ray pero creo que Maya se me ha adelantado. Llevan días quedando a solas, Maya nos miente sobre los planes y se las inegnia para tenerlo para ella sola. Por otro lado,  Alex ha decidido darle una oportunidad a Will. El discursito del otro día fue realmente sincero y entiendo que quiera perdonarle. El pasado ya ha pasado y no se puede cambiar pero podemos mejorar el futuro. Yo.. yo iré sola esperando que haya alguien que queira quedarse conmigo mientras lasotras parejas bailan y se preparan para el concurso más esperado del año.

-  ¡Rebecca! ¿Has visto a Will? Llevo todo el día buscandolo y no sé dónde puede estar...

-Nop, pero tranquila, estará comprandose su nueva pajarita jajaja- digo ironicamente ya que Will odia las pajaritas y cualquiero otro objeto que se ponga alrededor de cuello y le impida respirar con normalidad.

- Apuf... vale gracias...

-  ¡Chicos! Sentaos ya, la clase está a punto de empezar. - dice Roberto con preocupación. Algo le ha debido pasar.- Tenemos que hablar sobre uno de vuestros compañeros. Es algo difícil de contar pero es necesario que lo sepáis. Esta madrugada los policias locales han encontrado el cuerpo de Will Straus colgado de un árbol del bosque sin vi....

Antes de que pueda acabar la frase noto como todo se queire caer a mi alrededor. La gente se gira con miradas desconcertadas. Nos observa a nosotras, observan el sitio vacío a mi lado. Mis ojos se tiñen con una capa de agua y niebla. Me empiezan a pitar los oídos, estoy en otro mundo. Debo de estar soñando. Solo oigo mi sangre latir en mi sien. Eso y llantos. ¿Serán los míos? Si estoy llorando es de manera mecánica, inconsieciente. Pero no. No soy yo. Es Alex. Llora desconsolada, como un bebé recien nacido al sacarlo del vientre de su madre intentando respirar por primera vez. Me levanto como puedo para buscarla. Maya ya esta allí, con Ray. Entre todos nos la llevamos a fuera. La abrazó fuerte contra mi pecho intentando calmar el llanto, consolandola como puedo. Ayer le pidió perdón, hoy iba a ser su gran noche y ya no está. Will ya no está. Imagino porqué lo ha echo pero no puedo estar segura. Su padre murió hace unos años aunque creo que el dolor, el sufrimiento y la culpabilidad han causado esto.

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Han pasado unas horas des de la noticia y Alex está en su casa, con su madre, descansando. Roberto nos ha dicho que la familia Straus queria verla pero hemos creido conveniento ir en su lugar. Maya y yo nos acercamos a la finca de Will. Al entrar damos el pésame a su madre, Rachel, y al resto de familia que ha venido para el velatorio. Rachel nos conduce a la habitación de Will. Es una habitación asutera, sin mucha decoración. Una cama, un armario y un escritorio. No hay señales de que un chico adolescente viva ahí. Entonces es cuando nos abre el armario y de el caen desordenadamente 365 rosas rojas. Cada una tiene una nota colgada de su tallo. Cada nota contiene una fecha diferente y una frase. Leemos algunas para ver de que se trata. Son rosas para Alex. Ha planeado esto durante mucho tiempo. Su madre nos cuenta que esas rosas son de su jardín y que cada día cortaba una aunque ella nunca supo porque. Cada día Will cortaba una rosa, la trataba para mantenerla fresa y le escribía una nota con la fecha en la que debería ser entregada a su destinataria. Había para un año de regalos. Un año en el que Alex recibiría una rosa anónima que le ayudaría a sonreir y  a seguir adelante.
Decidimos que eso, la última voluntad de Will, debería cumplirse. Maya y yo nos encargaríamos de que Alex recibiera su rosa cada día, de que sonriera por él.

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